Cuarentena sin agua: La indefensión de Petare en medio de la pandemia que paraliza al mundo

Cuarentena sin agua: La indefensión de Petare en medio de la pandemia que paraliza al mundo

La cotidianidad de los barrios en Venezuela combate desde hace ya algunos años la precaria prestación del servicio de agua. En el caso de Cuacagüita, incrustada en el complejo enjambre petareño, la realidad se hace devastadora ante la irrupción del coronavirus en Venezuela, una vez declarada por la Organización Mundial de la Salud como "pandemia" el pasado 12 de marzo. Los protocolos de seguridad activados a nivel planetario, se hacen aquí, imposibles de acatar. 

Días, semanas, meses, pasan sin agua los habitantes del popular sector del municipio Sucre, conocido por su acelerado ritmo de vida, intensa actividad comercial informal y también múltiples calamidades en términos de servicios públicos, como en la mayor parte del territorio caribeño.

Es así como, en medio de la prolongada "sequía", llega la alarma del coronavirus, una de las tantas paradojas que enfrentan los ciudadanos llamados a "detener" los riesgos de propagación y el consecuente contagio.

Los reiterados llamados al aseo permanente de las manos y el denominado distanciamiento social resuenan como ecos vacíos en comunidades que deben concentrarse en los espacios disponibles para esperar la llegada de los camiones cisternas que los proveerán de agua por apenas unos días quizás, hasta que regresen al mismo punto de atención, ya institucionalizado ante la desidia gubernamental.

 

Foto: José Fernandes

 

Foto: José Fernandes

 

Foto: José Fernandes

 

Foto: José Fernandes

Mayerbis Mercado se desempeña como contadora pública y es una de las millones de personas que, en el mundo, han sido llamadas a trabajar desde casa, lo cual le permite garantizar sus ingresos regulares. Explica que cumplir la cuerentena en su comunidad es una tarea cuesta arriba. "Me preocupa que esto se convierta en un foco de infección", advierte mientras señala la larga fila que se improvisa en un espacio común entre los pequeños edificios que conforman el sector La Embajada de Cuacagüita.

"Desinfectar la casa, hasta lavarse las manos es una odisea para nosotros en casa. La situación nos obliga a estar aquí corriendo riesgos. Esto puede convertirse en una Italia, una China, un Ecuador", explica Mercado quien asegura que el apremio genera además fuertes tensiones entre los propios miembros de la comunidad que "pelean por el agua".

 

Foto: José Fernandes

 

Foto: José Fernandes

 

Foto: José Fernandes

 

Foto: José Fernandes

 

Francisco Caballero advierte sobre la peligrosidad que supone no contar con el servicio de agua teniendo niños en casa. "Es imposible mantener todo desinfectado, hasta lavar la ropa", dice al tiempo que reseña la complejidad de la situación alimentaria, "mis hijos no están trabajando en este momento, la caja (Clap) no ha llegado desde hace poco más de un mes. Dios es grande y poderoso, yo confío en que nos ayude a sobrellevar tantas dificultades".

 

Foto: José Fernandes

 

Foto: José Fernandes

 

Foto: José Fernandes

Es así como tanto Caballero y muchos otros habitantes del barrio y del país, ponen sus destinos en manos de Dios. La realidad que han vivido a lo largo de los últimos años los lleva a confiar únicamente en los poderes divinos, religiosos, superiores y no en los poderes políticos que manejan al país.

En el caso venezolano y de acuerdo a las informaciones oficiales el número de contagiados por coronavirus asciende a 153. Del total, las autoridades explicaron en su más reciente reporte, que hay 52 casos recuperados, 32 casos en aislamiento domiciliario, 30 casos atendidos en CDI, 20 en hospitales, 13 en clínicas privadas y  un total de 7 fallecimientos.

A nivel mundial la trágica cifra indica el contagio de más de un millón de personas mientras que los casos de muertes superaron ya la barrera de las 50 mil, un saldo que conmociona a la entera humanidad.